Una vida después de recibir refugio

De refugiada a defensora de los derechos humanos de otras personas en su país
Natalia ha dedicado su vida a luchar por los derechos humanos. El conflicto armado interno en Guatemala forzó a su familia a dejar el país y solicitar la condición de refugiado en México. Años después, regresaron a Guatemala. Natalia es la oficial de las Procumóviles de la Procuraduría de Derechos Humanos en Petén, en donde brinda apoyo a la población refugiada y sus comunidades de acogida.
Cuando Natalia tenía 5 años, el conflicto armado interno en Guatemala forzó a su familia a desplazarse en búsqueda de protección. “Tenías que salvar tu vida y la de tu familia. Cruzamos a México, a un lugar donde no conocíamos, no teníamos contactos. Afortunadamente, la gente fue muy solidaria y nos dio cobijo”, recuerda.
En la nueva comunidad encontraron apoyo tanto de locales como de personas guatemaltecas que habían huido como ellos. Luego, Natalia y su familia fueron trasladados a un campamento en el que vivieron durante 15 años. “La vida ahí era bonita y triste. Triste porque dejas tu país, tus muñecas, tus juguetes. Pero bonito porque te sentías más segura.”
En 1995, la familia de Natalia decide regresar al país. Ella, de 20 años, retorna con muchos sueños y la esperanza de poder continuar sus estudios. “Considero que es necesario que las mujeres estudiemos y luchemos por nuestros sueños. Aun así se cumplan cuando tengamos 60 años,” dice.
Gracias a las enseñanzas de su padre, que siempre estuvo involucrado en temas comunitarios, ella encuentra la pasión de luchar por los derechos humanos. Natalia terminó sus estudios de diversificado y se inscribió como estudiante de Ciencias Jurídicas y Sociales. “Yo quería ser maestra. Pero vi la necesidad de abogadas en el país por temas como la defensa de las mujeres que sufren violencia. Eso me motivó a estudiar derecho,” cuenta.
Se graduó como licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales y esto le ha abierto puertas para continuar luchando por los derechos humanos. Actualmente, Natalia se desempeña como la Oficial de Defensoría de la Unidad Móvil de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH).
Además de llegar a comunidades alejadas de los servicios que usualmente se encuentran en cascos urbanos, la Unidad Móvil de la PDH apoya a personas refugiadas y con necesidades de protección internacional en comunidades de acogida en el departamento de Petén. “Cuando mi familia se fue, no hallábamos a donde ir. Lo mismo le pasa a la gente. Los refugiados solo salen de sus comunidades sin conocer el derecho al refugio o que pueden pedir protección en Guatemala. Mi trabajo es explicarles esto para que tomen le mejor decisión,” asegura.