El don de acompañar partos
“La salud es nuestro compromiso, por eso Dios nos ha elegido” comenta Xot con respecto al crucial papel que, según la cosmovisión maya, ejercen las comadronas.
“Ya encajó, ya está bien posicionado” afirma Rosa Lidia Xot Gómez con dulzura, detrás de su mascarilla celeste, después de haber acariciado con guantes de látex el vientre hinchado de María Magdalena Zurdo, a punto de parir, en la penumbra del humilde pasillo de la casa de dos niveles donde la futura madre vive junto con su esposo, su primer hijo y otros dos familiares.
Se trata de la tercera visita que la comadrona de 44 años realiza a la casa de su paciente. “A partir del tercer mes de embarazo, generalmente, visito a las futuras mamás una vez al mes. En este caso no pude hacerlo con la misma constancia de siempre, pero la señora está en buena salud y nunca tuvo problemas, siempre me he mantenido al tanto de la situación”, asevera Xot, con la serenidad de sus 30 años de práctica y los más de 300 partos atendidos.
María Magdalena Zurdo, es una de las veinte madres que la comadrona atiende desde el principio de la pandemia. Ama de casa, depende, junto con el resto de su familia, del sueldo de 40 quetzales diarios que trae, no todos los días, su marido, jornalero. Al fondo del estrecho pasillo gris donde es atendida por la comadrona, se vislumbra un ambiente más ancho y luminoso, el patio, donde destaca la presencia de un altar doméstico, con algunas imágenes sagradas y flores, rodeado por una infinidad de tanques y cubetas de diferentes tamaños para almacenar agua.
En Chuarrancho, municipio donde las dos señoras viven, ubicado a 30 kilómetros de la ciudad capital – y a hora y media en transporte público – casi no hay agua potable, y en todas las casas del pueblo es común ver torres de recipientes de varios volúmenes listos para el acarreo de agua desde los pozos de la comunidad.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el departamento de Guatemala, al cual pertenece Chuarrancho, tiene un nivel de pobreza de 33,3%. Por su parte, las cifras que maneja la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN) sitúan a Chuarrancho como un municipio con vulnerabilidad nutricional moderada. En medio de este entorno socioeconómico ya complejo, la pandemia se insertó añadiendo una dificultad más en la vida de las personas, quienes no se dan por vencidas, acostumbradas a hacerle frente a los obstáculos cotidianos.
“Afortunadamente, la gente se está cuidando mucho acá en el pueblo y en las aldeas, y no hay tantos casos de contagio”, afirma Xot. “Incluso hubo una disminución de embarazos”, sigue en su análisis la partera, que, al mismo tiempo, subraya la importancia de su trabajo a domicilio durante estos largos meses de pandemia, “ya que la gente tiene más miedo de acudir a un hospital, por miedo a contagiarse”.
Xot nunca ha cesado de atender a las mujeres embarazadas, ni siquiera durante períodos de toque de queda o los fines de semana. “La salud es nuestro compromiso, por eso Dios nos ha elegido” comenta Xot con respecto al crucial papel que, tradicionalmente, según la cosmovisión maya, ejercen las comadronas, quienes nacidas en un contexto cultural donde prevalece el sentido de comunidad y servicio al prójimo, desde muy jóvenes reciben el “don” sagrado de atender partos, el cual perfeccionaban acompañando a las comadronas más experimentadas.
“Durante los toques de queda me daba un poco de miedo andar sola, pero me armaba de valor y no olvidaba llevar mi licencia. Atendí a mujeres embarazadas hasta Tierra Caliente” asevera, refiriéndose a una aldea distante, ubicada a aproximadamente 15 kilómetros del municipio.
A distancia de una década del reconocimiento que el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) brindó al trabajo de las comadronas, dotándolas de una licencia institucional, Xot también destaca los más de diez años que llevan trabajando de la mano con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), que ha acompañado el trabajo de las comadronas dotándolas de equipo técnico y contribuyendo con el desarrollo de la Política Nacional de Comadronas y su plan operativo, promoviendo un modelo de intercambio de saberes entre la institucionalidad y las comadronas tradicionales.
A pocas cuadras del domicilio de María Magdalena Zurdo, en casa de Marcela Gómez Xuyá, otra comadrona más anciana, de 61 años, utiliza uno de los kits que UNFPA acaba de donar al grupo de comadronas de la región: en una cubeta se encuentran mascarillas, guantes, una careta y una toalla. Estos kits fueron adquiridos a través del Programa Conjunto de Apoyo a la respuesta humanitaria en salud y cuarentena digna para personas migrantes retornadas durante los primeros meses de la pandemia de la COVID-19, cuyo objetivo era salvar vidas.
Xuyá confirma la tendencia de disminución de los partos atendidos durante el último año de pandemia: en su libreta tiene contabilizados 18. Analfabeta, es apoyada por su esposo con el registro de los casos atendidos, reportados con enorme cuidado y escrúpulo. A pesar del número menor de nacidos, destaca un parto prematuro y dos mujeres de 16 años que dieron a luz. A pesar de no haber encarado un año intenso cuantitativamente, no faltaron las situaciones difíciles.
“Una vez tuve que atender un embarazo de una niña de 13 años, y desde los 15 años hay muchas patojas que todavía se embarazan” declara la anciana partera, con mirada severa, consciente de la situación difícil que origina los partos de las menores de edad. “Por eso siempre reporto la información a las autoridades, es una enorme responsabilidad cuando se trata de patojas”.
A la par de Xuyá, se sienta Abigail Monroy Xuyá, representante del sector de mujeres dentro del consejo de autoridades indígenas de la comunidad, el gobierno ancestral que apoya el poder político en Chuarrancho a la par de la autoridad municipal del alcalde y del COCODE. Abigail Monroy suele acompañar las visitas de las comadronas en las situaciones de riesgo, para ampararlas frente a la ley y coadyuvar el trabajo de atención médica de las comadronas con la parte de atención legal. En eso también se ve el fruto del trabajo de acompañamiento de UNFPA a lo largo de estos 10 años: el empoderamiento de las comadronas abarca también el tema legal de su servicio.
Pasados 20 días desde la visita a las comadronas de Chuarrancho, Rosa Lidia Xot cuenta que la hija de María Magdalena Zurdo nació con algunos días de atraso. Por eso, terminó dando a luz en el Hospital Nacional Roosevelt, de Guatemala, ya que la comadrona recomendó acudir al nosocomio para evitar cualquier problema. Ha empezado la temporada de lluvia y, a pesar de seguir bajo el régimen de pandemia, habrá un poco más de agua hasta en las tuberías de la comunidad.
Para UNFPA, el trabajo articulado entre las comadronas tradicionales y la institucionalidad, desde un ejercicio de intercambio de pares, es una de las vías para resolver los problemas que niñas, adolescentes, mujeres y embarazadas enfrentan, por ello la importancia de seguir aportando a estos ejercicios de articulación, esperando en el futuro un reconocimiento mutuo al rol que cada parte desempeña en el desarrollo humano de las familias y comunidades, y en la salud de las mujeres.