Atención médica al alcance del teléfono
Desde marzo 2020, para muchos, el mayor temor es desarrollar la COVID-19 o que la desarrolle algún familiar con quien se comparte el techo.
Desde marzo 2020, para muchos, el mayor temor es desarrollar la COVID-19 o que la desarrolle algún familiar con quien se comparte el techo. En Guatemala, es muy común que una misma vivienda, muchas veces limitada también en espacio, hospede a más de un núcleo familiar, creando así condiciones adversas para la propagación del Coronavirus.
Ese fue el caso de Ana Cecilia Pablo y su extensa familia. Su casa, a la orilla de La Limonada, uno de los asentamientos humanos más antiguos de la Ciudad de Guatemala en la Zona 5, cuenta con tres cuartos donde viven un número equivalente de núcleos familiares. Ana Cecilia ocupa uno junto a su esposo y sus tres hijos. Otra habitación la ocupa su hermana y Santos Pablo, la mamá de 90 años, y la tercera recámara, el hermano y su familia.
Ana Cecilia no se explica cómo su hermano resultó contagiado de COVID-19. Tiene un taller de reparación de televisores donde, afirma, llega mucha gente. “Desde que empezó la pandemia nos hemos cuidado mucho, mi hermana es enfermera y nos ha dicho cómo hacerlo”, remarca, “aún así nos trajimos ese bicho a la casa”.
Dadas las condiciones de la vivienda y con su hermano enfermo, era inevitable, así que, pasada una semana, enfermó su esposo y ella misma poco después. Decidió mandar a sus dos hijos, de 27 y 11 años, a vivir con unos familiares en el mismo barrio. Solo su hija de 15 se quedó en la casa, “fue nuestra enfermera”, dice.
Como en un efecto dominó enfermó también su hermana y su mamá.
Al inicio, únicamente el hermano manifestó síntomas graves y casi inmediatamente fue internado en el hospital General San Juan de Dios. Allí pasó 23 días bajo el cuidado de los médicos. El resto de la familia presentó síntomas leves controlados desde casa. Después de unos días, Santos presentó dificultad para respirar y fue llevada al hospital. Ana Cecilia recuerda que toda la familia se sorprendió cuando no fue internada.
Sobre todo, durante los primeros meses de la pandemia, la familia de Ana Cecilia y Santos se dio cuenta que algunas personas del vecindario habían fallecido a causa de la COVID-19. “Pero nadie lo dice por el miedo a ser discriminado, e inclusive linchado, por los demás vecinos, así que nosotros tampoco lo dijimos. Solo la familia cercana se enteró”.
La Municipalidad de Guatemala instaló algunos “Centros de Bienestar Respiratorio (CBR)” y Santos acudió a uno de ellos en la Zona 6. Fue atendida y recibió un kit de medicamentos para aliviar su condición. En ese momento se abrió un expediente para ella con el fin de monitorear su salud a distancia.
Cada persona que es atendida en los CBR de la Municipalidad y en los 12 Centros de Salud del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social -MSPAS-, es registrada y monitoreada periódicamente por vía telefónica hasta que supere la enfermedad.
“En Julio 2020 empezamos la planificación de este proyecto y se implementó desde Agosto”, comenta Patricia Juárez, coordinadora de la Estrategia de Rastreo de Casos y Contactos, de la Dirección Área de Salud Guatemala Central del MSPAS, “con el apoyo de la Organización Panamericana de Salud (OPS) capacitamos a los jóvenes que están atendiendo el call center”.
Ese fue un “plan piloto”, después, el Decreto Ministerial 146-2020 escaló la implementación a nivel nacional. Hasta el momento se han atendido miles de personas y sus datos han sido almacenados en una aplicación llamada GoData, que facilita el seguimiento periódico.
El “Rastreo de Casos y Contactos” es una estrategia clave para interrumpir las cadenas de transmisión del SARS-CoV-2 y reducir la mortalidad asociada a la COVID-19. El objetivo es identificar y proporcionar acompañamiento durante el período de cuarentena a las personas que han estado en contacto con personas con COVID-19, así como para encontrar una fuente de infección identificando entornos o eventos donde la infección pudo haber ocurrido, permitiendo ajustar y evaluar medidas específicas de salud pública y sociales.
En el transcurso de los días y la evolución de la enfermedad, Santos empeoró, su hija le había medido la saturación de oxígeno en la sangre, que descendió al 77%, presentando mucha dificultad para respirar. Con una de las llamadas de monitoreo contestada por Ana Cecilia se evaluó su condición. Prontamente se informó a los Bomberos Municipales que, 15 minutos después, llegaron con una ambulancia. Santos, imposibilitada para caminar, fue cargada por los empinados callejones hasta la calle principal para ser trasladada al Hospital.
“Fue lo peor, toda la familia estuvo en oración”, recuerda Ana Cecilia, “estábamos muy preocupados porque sabíamos que podía morir, mi mamá tiene 90 años, tiene diabetes y anemia severa. ¡Aun así, aguantó esa enfermedad!”.
Tal y como su hijo, Santos regresó a casa después de 23 días de cuidado en el Hospital San Juan de Dios y finalmente todos los miembros de la familia estuvieron sanos. Santos aún presenta algunas secuelas que le dejó la COVID-19, pero su moral es alta y espera superarlas pronto.
Lejos que la emergencia causada por la pandemia termine, miles de familias, sobre todo en las zonas más pobladas de la Ciudad de Guatemala, sienten alivio de poder contar con la estructura logística establecida por OPS/OMS y MSPAS, a la cual pueden avocarse en caso de contagio de la COVID-19. La atención medica de calidad está al alcance de una llamada telefónica.